Apoyo. Psicología del Desarrollo
Cuadernos de Apoyo

 

  Encontrar un apoyo.

Se ha escrito sobre la soledad del corredor de fondo.

De la angustia de los que tienen que tomar graves

decisiones solos.Pero hay poco sobre lo que siente cuando

te enfrentas a una larga lista de sesiones de estimulación,

rehabilitación o apoyo sin lo que considerarías  el material

variado o idóneo para una intervención fructífera. Nos ha pasado a todos. Buena señal.

 

A mediados de los  ochenta lo habitual  en cualquier

gabinete   en   el  que    empezases  a  trabajar  era

encontrar una pila de puzles descabalados, cuentos -

los  clásicos- y tebeos;  tableros  de  encajes,  algún

juguete o construcción que hubiese donado la familia

de algún usuario y poco más. 

Como   aún   se   ponían   dictados  y  "cuentas",  cuadernos

grapados al medio como se hacía entonces,lapiceros y gomas. 

 

Si el centro lo permitía -un lujo- una sala de motricidad con pelotas, picas, cuerdas

imaginación  que  suplían con  actividad y entusiasmo, la  penuria  de materiales

estimulares necesarios. 

Programar y llevar a cabo seis, siete o hasta ocho sesiones en un día con niños de

entre  los  tres  años y  el   final    de  la  adolescencia era  difícil. Tedioso  para el

terapeuta y para aquellos por la falta de recursos atractivos y variados. 

Tampoco había  muchos  sitios   donde conseguir variedad -Dolmen, Cepe, Carlos

Yuste, Escuela española..., gracias, qué gran ayuda supusísteis- vinieron después. 

 

 No había ordenadores con corrección de textos y se

veían   informes profesionales -aun los de servicios

oficiales, como los de los precursores de los "eoep", 

escritos a mano-.  Después, la máquina de escribir,

con sus cintas de tela a dos colores y sus papelillos

de tippex para corregir errores y que tanto usamos. 

 

 Los materiales  gráficos  se recortaban  de  cualquier revista  que  tuviese fotos en

color: revistas del corazón,  catálogos de los "alcampos". de los grandes almacenes

en época de reyes,  o se  utilizaban algunos   cuadernillos de refuerzo clásicos, con

portadas amarillas 

De esa carencia -de la necesidad, virtud- nace el interés por la creación de recursos

que   ha   acompañado   estos      años -muchos- y  dado   grandes   satisfacciones

profesionales y personales y, menos, muchas menos, económicas

 

 

Torre de Hanoi

                                                            Hemos pasado ratos, tardes y días confeccionando

recursos casi con la fiebre de un artista  en  el  proceso creativo,  con la pasión del

que sabe que tiene una utilidad  inmediata  y que  será también  empleado por los

compañeros con los que compartes actividad.

                                                 Los niños nos dieron las pistas de qué hacía falta,

qué había que hacer;  ellos,  después,  en la   sesión, la confirmación  de  si  tenía

buena   acogida y "funcionaba" o no;  los   compañeros - gracias  a  todos- ideas o

sugerencias y  el reconocimiento generoso cuando algo lo utilizaban y  servía.

Llenaba de alegría ver que tiraban de él, se utilizaba  en otras salas y elogiaban  lo

que algunas veces merecía elogio.


                                   Total, que una buena parte de nuestra práctica profesional,

-soy psicólogo clínico, con ejercicio  muy unido a la rehabilitación y a los problemas

de   aprendizaje,  además  de  a la psicoterapia,  desde  hace   muchos   años-  ha

consistido   en  hacer materiales estimulares  de  las  capacidades mentales   para

niños con  esas necesidades,  por  dificultades   específicas  en algún área   de l os 

aprendizajes, o    ,después,   en  la  rehabilitación  de  personas  que  por  edad  o

enfermedad han visto deterioradas o en declive las suyas originales. 

Lo he usado mucho y ahora casi  puedo permitirme hacerlo en exclusiva.

 

                                       Los que trabajáis en esto sabéis la cantidad de material

que se necesita para llevar a  cabo  una   sola sesión sin  recurrir a  hacer fichas o

matar  el   tiempo  con  actividades  interesantes  pero  no  las  idóneas  para una

necesidad bien concreta.  Y no  es una, son  varias las que se llevan  a cabo en un

gabinete, un centro, una consulta, a  lo largo de una jornada. Y no  es el mismo el

que  se  usa  con un niño  solo que  con  una  pareja -el "grupo"  ideal-;  con unas

necesidades que  con  otras; con  niños  de infantil  que con  adolescentes de  ESO

y bachillerato; con adultos con sus propias demandas y sensibles a las  actividades

o  materiales  que tengan  apariencia de  "cosas de niños". La   gama de  edad  de 

sujetos que tratamos es grande;a ningún  profesor se le pide lo  mismo, de ahí su

especialización, de  ser  capaz de  preparar clases, dominar técnica y temario, para

enseñar a niños desde infantil a bachillerato, de adultos a ancianos.

Esta actividad tiene una gran exigencia y mucho mérito,¡enhorabuena compañeros!

 

                                                Y  ahora, al  final, imagino que  de verme mucho

tiempo  con  tijeras y   pegamentos, comprando  cartulinas o  menudencias  en los 

"todo  a  cien",   tecleando,  en  la "olivetti"  primero,  con  el  ordenador  después,

haciendo   menaje  -me   gustaría   recuperar   esta  bonita  palabra  de  nuestro

diccionario que también tiene como  significado, aunque no se conozca  mucho, el

de  "conjunto  del  material  pedagógico  de  una  escuela"- , resulta  que  mi   hija,

Celia, decide estudiar psicología, especializarse en neurociencia,y con un coraje del

que  uno  carecía, montar   su propio Centro al  poco de  acabar, y trabajar  con un

población semejante -¡¿qué habré hecho mal?!-

Ella, por  necesidad   primero, por convicción  después, ha  recurrido  a él y  lo  ha

aumentado, y lo utiliza en sus sesiones; y yo, recogido sus impresiones y sugeren_

cias, iniciativas y  críticas.  Celia  es la  que lo  ha  difundido   entre  sus  contactos 

 -aconsejo  sin  pasión  paterna,  su  instructiva, amena y  concurrida  cuenta   en 

 instagram  indicada en la pestaña  de  "contacto"- y  considerado   que  había  que

compartirlo no debiendo  quedarse "solo para nosotros".

 

Con espíritu de divulgación más que crematístico, de ayudar a otros profesionales a

no  sentir  el desamparo de  verse  una  tarde de sesiones por delante, una fila de

pacientes, y el armario de recursos con "una pila de puzles descabalados, cuentos -

los  clásicos- y tebeos;   tableros  de  encajes,  algún juguete o  construcción  que

hubiese donado  la  familia  de algún usuario y poco  más", como se veía uno hace

más de treinta años, aunque  sé  que ahora  no  es ya así en ningún sitio,  salen a

airearse estos recursos que presentamos.

 

Tanto tiempo ha  dado para mucho. No hay  más mérito que llevar ahí otro tanto.

Porque sí, hay mucho, casi  para cualquier edad, casi para cada necesidad.

Ahora veréis, abrimos nuestro tarro de juegos  y que rueden por donde quieran 

 

Ah, me llamo Luis Javier, Luis Javier Colom, y mi centro se llama "Apoyo" porque

pretende apoyar. 

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